Mi segunda obra, también recogiendo mis experiencias profesionales como abogado, esta vez sobre las terribles historias de madres biológicas a las que les robaron sus bebés, nada más nacer, y fueron inscritos como hijos falsos de otras mujeres.
Una brutral trama mafiosa, que se desarrolló en España desde los años 40 a 90 del S. XX, y que trato de hacer llegar a ustedes de la forma más amena posible.
Editado por Temas de Hoy, del grupo editorial Planeta, y prologado por la periodista Susanna Griso.
El 25 de enero de 2011 en librerías.
historias robadas
viernes, 10 de diciembre de 2010
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CRITICA DE RAÚL BORODO GARCIA PARA LA REVISTA LITERARIA "ANIKA ENTRE LIBROS"
Esta obra dramática obra está realizada de manera ciertamente extraordinaria.
Enrique J. Vila Torres al igual que tiene sensibilidad para preocuparse y ahondar personal y profesionalmente en un tema ciertamente complejo, tiene capacidad para transmitir al papel toda la carga emotiva y personal que sus clientes al revelarle las historias personales, robadas, que hoy nos enseña, que le han transmitido.
El libro nos muestra por una parte la gran labor realizada por el letrado que desde hace varios años es punta de lanza en la investigación de estos delitos, y que gracias principalmente a su gran labor, están de plena actualidad y tienen a las Fiscalías de toda España analizando y trabajando en esta penosa y compleja cuestión. De otra parte, desciende a las historias reales con toda su carga de tragedia que roza lo humanamente soportable.
De entre las numerosas e interesantísimas historias – todas lo son- destaca poderosamente la titulada “Desde Puerto Rico hasta España” donde la realidad supera la ficción. No quiero desvelar nada de la misma, solo su inverosimilitud, y manifestar que su lectura ya justificaría sobradamente la compra de la obra. No hay palabras para definirla.
Otras historias no tienen esa carga emotiva pero tienen otros componentes que las hacen igualmente interesantes.
Es de agradecer que el abogado haya hecho un breve resumen acerca de la situación jurídica de la cuestión, lo que permite que los letrados nos acerquemos desde una perspectiva profesional al asunto y podamos empezar a abordarlo para aportar nuestro granito de arena en la labor.
En suma, una obra para disfrutar con todos los sentidos, pero también para sufrir con los propios partícipes de la misma. Bien escrita, bien detallada, bien analizada, sin lugar a dudas nos muestra la sensibilidad del autor, que quizás, a veces por la enconada labor realizada no se deja traslucir como se desearía en los numerosos medios en los que el autor se prodiga.
Imprescindible para personas sensibles, y muy interesante para juristas comprometidos.
Raúl Borondo García
LA OBRA HA SIDO PROLOGADA POR SUSANNA GRISO
PROLOGO DE SUSANNA GRISO
PRÓLOGO A “HISTORIAS ROBODAS”
Por Susanna Griso
Un caudal de dudas que no cesa
“El doctor Vela me dijo que me presentase en la clínica San Ramón con un cojín bajo la camisa. Tenía que parecer que estaba embarazada”. El testimonio de Inés ante las cámaras de Espejo Público me impresionó. Le contaron que la madre no podía hacerse cargo de la pequeña y no pidió más explicaciones. El bebé era sietemesino. Cuando se lo entregó, el doctor Vela le recomendó que colocase junto a su cuerpecito bolsas de agua caliente, a modo de incubadora casera, y le advirtió de que si enfermaba sólo debía llamarle a él.
Éste, aunque particularmente descarnado, es sólo un retal de un caso de adopción irregular. Hay muchos más. Y todos ellos tocan resortes emotivos profundos de quienes los cuentan y de quienes los escuchamos.
He tenido la oportunidad de entrevistar a muchas personas que fueron adoptadas y he podido constatar que la búsqueda de sus orígenes puede convertirse en una obsesión, un interrogante que las tortura día y noche. Las preguntas siempre se repiten: ¿quiénes son mis padres? ¿Por qué me abandonaron? A menudo sólo les interesa su madre y dejan al padre en un segundo plano. Será porque el vínculo materno se supone inquebrantable, pero está claro que a veces sí lo es.
Quienes desconocen sus orígenes tienden a construirse una historia, una disculpa verosímil para hacer más tolerable el abandono. Imaginan una madre soltera sin recursos, o una joven obligada por su familia ante el temor del “qué dirán”. La imaginación es libre y las versiones pueden ir variando con el tiempo. Lo que no cambia es la pregunta: ¿por qué me abandonaron? Es una herida difícil de restañar. Quienes nos sentimos queridos por nuestros padres difícilmente podemos llegar a comprender el abandono. Nacemos con la autoestima intacta porque nos sentimos fruto del amor, depositarios de un inmenso cariño que nos blinda para crecer y madurar. Sólo podemos apreciar lo que eso significa cuando nos ha sido hurtado desde la cuna.
Entonces, el único consuelo posible es saber qué hay detrás del abandono, conocer las circunstancias que llevan a una madre o a unos padres a desprenderse del que debería ser su ser más querido. La respuesta es sanadora. Ya no albergo ninguna duda al respecto.
Entrevisté por primera vez al abogado y escritor Enrique J. Vila Torres, en abril de 2.008 cuando la Ley de Adopción Internacional introdujo una modificación en el Código Civil español que reconocía el derecho de los adoptados a conocer sus orígenes biológicos, recogiendo la corriente judicial que ya imperaba desde 1.999. Hasta entonces había prevalecido el derecho de los padres a ampararse en el anonimato.
El cambio legal provocó un encendido debate en el plató de Espejo Público: nos preguntamos qué debía imperar, la discreción en las adopciones o el derecho de los hijos a saber. Los defensores del anonimato pronosticaron que iban a reducirse las adopciones porque algunas madres optarían por el aborto o el abandono ante el temor a ser descubiertas años después. Recuerdo que mi primera reflexión fue: ¿Por qué cambiar las cosas, por qué no dejar todo como estaba y ahorrarnos problemas? Ahora, como he referido más arriba, ya tengo respuesta a esta pregunta. El derecho a saber es algo necesario, de lo que no puede ser privada ninguna persona.
Los problemas más graves aparecen cuando la adopción es ilegal. O sencillamente, no existe adopción y se produce una inscripción falsa del bebé en el registro civil, como hijo de unos padres que en realidad no lo son. Todos hemos oído hablar de los niños robados del franquismo, hijos que durante la posguerra fueron separados de sus madres republicanas como una forma más de represalia política. Es desgarrador, una página negra de nuestra historia que debería ser investigada a fondo. ¿Por qué hemos prestado tanta atención mediática a las madres de la Plaza de Mayo y tan poca a nuestras madres de la República? Solo se me ocurre una explicación: cuarenta años de dictadura lo silenciaron todo y durante la transición, posiblemente, nadie quiso hurgar en un episodio tan dramático. Cuando TV3 emitió en Catalunya un espléndido y documentado reportaje sobre esos “Niños robados del franquismo”, algunos dudaron de que algo tan monstruoso se hubiese podido llevar a cabo y después ocultar durante tanto tiempo. Lamentablemente, el franquismo dio para eso y mucho más.
Pero lo que yo no me podía imaginar es que este tipo de prácticas se hubiesen mantenido a lo largo del tiempo, incluso hasta después de la dictadura. Lo que empezó siendo una extorsión ideológica se acabó transformando en un gran negocio de compra-venta. Llegado el punto en que no quedaban republicanas a las que robar, como bien se explica en uno de los capítulos de este libro que prologo, todas las mujeres eran víctimas potenciales.
Para mi extrañeza y horror, he podido comprobar desde mi labor periodística, que lo que comenzó como algo político, se convirtió en un negocio de compraventa de bebés, con una finalidad puramente económica, que perduró incluso como dije, bien entrada la democracia.
Muchos de estos casos son los que Enrique empezó a traernos a “Espejo Público”. Hijos adoptados o inscritos falsos, sin adopción, que descubrían que sus papeles no estaban en regla y que podían haber sido separados furtivamente de sus progenitores. Hay casos en todo el país, pero algunos nombres de hospitales siempre se repiten: la clínica madrileña San Ramón, la antigua maternidad de O’Donell, el Miguel Servet de Zaragoza…
La búsqueda desesperada de los hijos adoptados y de los hijos falsos, alimenta las sospechas de muchas madres que siguen llamando al programa para contarnos que dieron a luz en esos mismos centros. Hay un patrón que se repite: solían pensar que el bebé estaba sano, porque lo oían llorar, pero al cabo de pocas horas les comunicaban que había muerto. No les mostraban el cadáver para “ahorrarles el sufrimiento”, pero si alguna madre insistía le enseñaban un cuerpecito helado. Eran jóvenes, normalmente primerizas, y no preguntaban más. Siempre les quedó la duda…hasta hoy.
Espero sinceramente, que la labor de personas como Enrique, en su tenaz labor de investigación y divulgación de este problema tan grave y de dimensiones humanas tan profundas, ayude a esas madres, padres e hijos separados al nacer, a reconstruir sus historias de las que fueron privados.
Este libro, estoy segura, contribuirá a ello.
Y desde nuestra profesión, la de periodistas, no lo duden, estaremos siempre apoyando una finalidad tan loable como esa, la de unir madres e hijos a los que un triste destino quiso separar.
Ojalá lo consigamos entre todos.
Susanna Griso.